Por Pedro Mercado.

Ayer, 12 de Julio de 2018, nació un nuevo proyecto político inédito hasta el momento en nuestro país, IZQUIERDA EN POSITIVO, que conjuga  la nitidez de su propuesta de izquierdas con la correlativa nitidez de su oposición al nacionalismo.

Por cierto, de izquierdas, sí, pero no de una forma metafísica o puramente histórico-conceptual.  El definirse de izquierdas no implica absolutamente nada si no se dota al concepto de contenido real y de acción.

¿ Y de verdad ha hecho falta que pasen 40 años desde la Transición para que una formación política de izquierdas tenga un proyecto integral para España sin someterse por activa o por pasiva a los mitos y falsedades de los nacionalismos periféricos? Pues, tristemente, sí.

Y es que tanto los partidos tradicionales de izquierda “transformadora”, de donde muchos de los promotores de este proyecto político provenimos, como los nuevos partidos de izquierda postmoderna surgidos en los últimos años, han mantenido y mantienen una injustificable posición de complicidad y sometimiento a las tesis y postulados de los movimientos nacionalistas reaccionarios existentes en nuestro país, lo cual es de facto incompatible con los principios históricos de la izquierda tales como la fraternidad, la justicia social o la solidaridad de clase.

Este flirteo histórico con el nacionalismo independentista ha tenido su máximo esplendor en los últimos años con la gravísima situación generada por el “procés” en Cataluña. La ambigüedad calculada, unido a los constantes guiños y  arrumacos con los independentistas, han sido las notas predominantes con las que la izquierda institucionalizada ha respondido al desafío independentista, tanto en Cataluña como en el conjunto de España, sin más discurso que apelar a un inexistente “derecho a decidir”, concepto éste vacío de contenido creado por la maquinaria propagandística independentista para balcanizar España y que las cúpulas de las izquierdas nacionales y sus franquicias en Cataluña han asumido y defendido de forma incomprensible.

Entre otros motivos, este sometimiento contagioso a las reivindicaciones de los nacionalismos periféricos proviene del complejo histórico al que hemos estado sometido la izquierda provocado por la derrota en la Guerra Civil y los consiguientes 40 años de Dictadura y propaganda franquista, la cual nos hizo interiorizar de forma absurda y errada que España era y es un patrimonio franquista, avergonzándonos así de nuestro propio país (y por tanto, de nosotros mismos), hasta el punto de autorechazarnos como Nación y casi vernos obligados a pedir perdón por ser españoles. Aquellos que lucharon y murieron durante la Guerra, como 3 de mis tíos abuelos, no solo lo hicieron por defender una República como modelo de Estado en sentido abstracto, lo hicieron por la libertad y contra el fascismo, lo hicieron en definitiva por defender España. En ese sentido, sería bueno aprovechar la exhumación del Dictador sanguinario Franco del Valle de los Caídos para desenterrar con él su apropiación indebida del concepto de España.

Toda esta situación, unida a otras muchas circunstancias, ha ido generando que cada vez más militantes, simpatizantes y votantes tradicionales de estas formaciones, así como personas adscritas a colectivos, asociaciones, movimientos sociales, sindicatos o en muchos casos sin ninguna adscripción pero que se consideran de izquierdas y progresistas, hayan / hayamos quedado desorientados y tristemente huérfanos de opción política, viéndonos por tanto obligados a dar este histórico paso.

Ante la situación de excepción política, social, económica , laboral e incluso moral que padecemos actualmente en nuestro país, se requiere impetuosamente de la existencia de ésta formación política de izquierdas definida de ámbito nacional, sin franquicias, confluencias ni sucedáneos periféricos que la perturben y condicionen, con un proyecto integral para España, y  que, sin renunciar ni un ápice a nuestro ideario político internacionalista y empapados de las tradiciones ideológicas y doctrinales de las que provenimos, seamos capaces de adaptar nuestro programa a la idiosincrasia de España, rompiendo los tabúes y la leyenda negra que ha recaído históricamente sobre nuestro país. No hay nada que pueda hacer más daño a la derecha tradicional y neoliberal española, abanderada de un falso patriotismo de pin, chapa y pulsera, que el hecho de que por fin exista una izquierda transformadora desacomplejada que le dispute su hegemonía cultural sobre la noción y el concepto de España. Una última alusión directa, a las cúpulas de los Partidos de Izquierdas actuales, tradicionales y postmodernos: “Compañeros, es una quimera el querer implementar un proyecto político de país, sino creéis en vuestro país.” Y me permito lanzarles este mensaje, desde la humildad y la camadería, porque, como decía el gran Antonio Gramsci, “decir la verdad es siempre revolucionario”.

Pedro M. Mercado es Coportavoz y miembro del Grupo Promotor de IZQUIERDA EN POSITIVO

Barcelona, a 12 de Julio de 2018

Nota del Editor: Reelaboración y resumen del discurso de Pedro M. Mercado, realizada por el mismo, de su intervención en la presentación de IZQUIERDA EN POSITIVO. En ella incluyó los 15 principios y bases programáticas que se pueden consultar aquí.

 

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